Capítulo I
Seguramente no habría ocurrido si aquel día Harry no se hubiera dormido en la clase de
ciencias. Bueno, en realidad no es que se hubiera dormido. Simplemente, se distrajo. El señor
Bradley, el profesor, estaba hablando del sistema solar y de que todos los planetas giran
alrededor del Sol, y de pronto Harry dejó de escuchar, porque en el acto se encontró contem-
plando en su mente un enorme y llameante Sol con todos los diminutos planetas girando
constantemente a su alrededor.
De pronto se dio cuenta que el señor Bradley le miraba fijamente. Harry intentó despejar la
mente para prestar atención a la pregunta:
—¿Qué es una cosa que tiene una larga cola y tarda setenta y siete años en dar una vuelta
alrededor del Sol?
Harry se dio cuenta que no tenía ni idea de la respuesta que esperaba el señor Bradley.
¿Una larga cola? Por un momento consideró la posibilidad de decir «el Can Mayor» (acababa
de leer en la enciclopedia que a Sirio también se le llamaba «Can Mayor»), pero pensó que al
señor Bradley no le iba a hacer gracia esa respuesta.
El señor Bradley no tenía mucho sentido del humor, pero sí una gran paciencia. Harry
sabía que disponía de cierto tiempo, que podía ser suficiente para encontrar algo que decir.
«Todos los planetas giran alrededor del Sol —recordaba que había dicho el señor Bradley—.»
Y este objeto con cola, fuera lo que fuera, también daba vueltas alrededor del Sol. ¿Podría ser
también un planeta? Valía la pena probar.
—¿Un planeta? —preguntó con ciertas dudas.
No estaba preparado para la carcajada general. Si hubiera prestado atención, habría oído al
señor Bradley decir que el objeto al que se refería era el cometa Halley y que los cometas dan
vueltas alrededor del Sol, igual que los planetas, pero decididamente no son planetas.
Por suerte, justo entonces, sonó el timbre y se acabaron las clases por aquel día. Pero al
volver a casa, Harry aún se sentía mal por no haber sabido responder cuando el señor Bradley
le preguntó. Además, estaba perplejo. ¿En qué se había equivocado? Repasó el razonamiento
que había seguido para dar aquella respuesta. «Todos los planetas giran alrededor del Sol»,
había dicho muy claramente el señor Bradley. Y este objeto con cola también gira alrededor
del Sol, solo que no es un planeta.
«De modo que hay cosas que giran alrededor del Sol y no son planetas —se dijo Harry—.
Todos los planetas giran alrededor del Sol, pero no todo lo que gira alrededor del Sol es un
planeta.» Y entonces Harry tuvo una idea: «Las oraciones no se pueden invertir Si la parte
final de una oración se pone al principio, dejará de ser» verdadera. Por ejemplo, la oración
“todas las encinas son árboles”, si se invierte, se convierte en “todos los árboles son encinas”.
Pero eso es falso. Así, es verdad que todos los planetas giran alrededor del Sol. Pero si
invertimos la oración y decimos “todas las cosas que giran alrededor del Sol son planetas”,
entonces ya no es verdadera, ¡es falsa!»
Su idea le fascinó tanto que se puso a probarla con más ejemplos Primero pensó en la
oración «todos los aviones de plástico son juguetes». «Creo que es verdad —pensó—. Ahora
démosle la vuelta “Todos los juguetes son aviones de plástico”.» ¡Invertida, la oración
resultaba falsa! ¡Harry estaba encantado!
Probó con otra oración: «Todos los pepinos son hortalizas» (Harry tenía debilidad por los
pepinos). Pero lo inverso no tenía sentido en absoluto. ¿Todas las hortalizas son pepinos? ¡Por
supuesto que no! Harry estaba emocionado con su descubrimiento. ¡Si lo hubiera sabido por
la tarde, seguramente se habría ahorrado todo aquel apuro!
Entonces vio a Lisa.
En la escuela, Lisa también estaba en su clase, pero Harry tenía la impresión de que no
estaba entre los que se habían reído de él. Y le pareció que si le contaba lo que había
descubierto, ella sería capaz de entenderlo.
—¡Lisa, acabo de tener una idea divertida! —anunció Harry en voz bastante alta. Lisa le
sonrió y se quedó a la espera, mirándole.
—Cuando inviertes una oración, deja de ser verdadera —dijo Harry. Lisa arrugó el ceño.
—¿Y eso qué tiene de maravilloso? —preguntó.
—Vale —dijo Harry—, dime una oración cualquiera y lo verás.
—Pero, ¿qué clase de oración? —Lisa estaba indecisa—. No puedo inventarme una oración
cualquiera por las buenas.
—Bueno —dijo Harry—, una oración con dos clases de cosas, como perros y gatos, o
cucuruchos de helado y alimentos, o astronautas y personas.
Lisa se puso a pensar. Justo cuando iba a decir algo y Harry esperaba impaciente que lo
soltara, movió la cabeza negativamente y siguió pensando.
—¡Venga, dos cosas, dos cosas cualesquiera...! —suplicó Harry.
Al fin, Lisa se decidió:
—Ningún águila es un león.
Harry se lanzó sobre la oración del mismo modo que su gato, Mario, se lanzaría sobre un
ovillo de lana que rodara hacia él. En un instante tenía invertida la oración: «Ningún león es
un águila.» Se quedó pasmado. La primera oración, «ningún águila es un león», era
verdadera. Pero también lo era una vez invertida, porque «ningún león es un águila»,
¡también era verdadera!
Harry no entendía por qué no había funcionado.
—Las otras veces funcionó... —empezó a decir en voz alta, pero no pudo acabar la frase.
Lisa le miraba interrogativamente. «¿Por qué había tenido que darle una oración tan tonta?
—pensó Harry, en un acceso de resentimiento.» Pero entonces se le ocurrió que, si en realidad
hubiera descubierto una regla, tendría que haber resultado con oraciones tontas tanto como
con las que no eran tontas. De modo que, en realidad, la culpa no era de Lisa.
Por segunda vez aquel día, Harry tenía la sensación de que, por una u otra razón, había
fracasado. Su único consuelo era que Lisa no se estaba riendo de él.
—Realmente creí que había descubierto algo —le dijo.
—¿Lo probaste? —preguntó ella. Sus ojos grises, bien separados, eran diáfanos y serios.
—Naturalmente. Cogí oraciones como «todos los aviones de plástico son juguetes», y
«todos los pepinos son hortalizas», y encontré que, cuando la parte final se ponía al principio,
las oraciones dejaban de ser verdaderas.
—Pero la oración que te di yo no era como las tuyas —replicó Lisa con rapidez—. Todas
tus oraciones empezaban con la palabra «todos». Pero mi oración empezaba con la palabra
«ningún».
¡Lisa tenía razón! Pero, ¿ese detalle podía cambiar tanto las cosas? Sólo cabía hacer una
cosa: probar con más oraciones que empezaran por la palabra «ningún».
—Si es verdad que «ningún submarino es un canguro» —empezó Harry—, ¿qué hay con
«ningún canguro es un submarino»?
—También es verdad —replicó Lisa—. Y si ningún mosquito es un pirulí «también es
verdad que ningún pirulí es un mosquito».
—¡Eso es!—dijo Harry, entusiasmado—, ¡Eso es! Si una oración verdadera empieza con la
palabra «ningún», entonces su inversa también es verdadera. Pero si empieza con la palabra
«todos», entonces su inversa es falsa.
Harry estaba tan agradecido a Lisa por su ayuda que casi no sabía qué decir. Quería darle
las gracias, pero se limitó a musitar algo y echó a correr hasta su casa.
Fue directamente a la cocina, pero al llegar allí encontró a su madre de pie delante del
frigorífico hablando con la vecina, la señora Olson. Harry no quería interrumpir, de modo
que se quedó un momento parado, oyendo la conversación.
—Pues, como le digo, señor Stottlemeier. Esa..., la señora Bates, que acaba de hacerse de la
Asociación de Padres, cada día le veo entrar en la tienda de licores. Y ya sabe usted lo
preocupada que estoy con esos desgraciados que no pueden dejar de beber. Cada día los veo
en la tienda de licores. Así que... no sé si la señora Bates no será, ya sabe usted...
—¿Si la señora Bates es como ellos? —preguntó la madre de Harry, diplomáticamente.
La señora Olson asintió. De pronto, algo hizo «clic» en la cabeza de Harry.
—Señora Olson —dijo—, sólo porque, según usted, todos los que no pueden dejar de beber son
personas que van a la tienda de licores, todos los que van a la tienda de licores no tienen por qué ser
personas que no pueden dejar de beber.
—Harry —dijo su madre—, esto a ti no te importa y, además, estás interrumpiendo.
Pero Harry vio en el rostro de su madre que estaba satisfecha con lo que había dicho. Así
que se sirvió en silencio un vaso de leche y se sentó a beberlo, sintiéndose más contento de lo
que había estado hacía días.
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miércoles, 21 de septiembre de 2016
jueves, 15 de septiembre de 2016
Problemas epistemológicos
Pierre
Thuillier – De Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la
investigación científica.
«La
ciencia, considerada como un proyecto que se realiza progresivamente,
es tan subjetiva y está tan condicionada psicológicamente
como no importa qué otra empresa humana». Einstein.
Algunas problemas epistemológicos que plantea Thuillier
¿Qué es la ciencia? ¿Cómo ha nacido?¿De qué manera elaboran sus teorías los científicos? ¿Disponen de un «método»establecido de una vez para siempre que garantice la «verdad» de su saber? ¿Es cierto que la actividad de los físicos y de los biólogos es totalmente «Objetiva» y «racional»?¿Existen criterios que permitan saber a ciencia cierta si se debe aceptar o rechazar una nueva teoría? ¿Se puede trazar un límite claro y definido entre la verdadera y la falsa ciencia? ¿es exacto que una buena teoría es una teoría «confirmada por los hechos»? Y, en otros aspectos, ¿es exacto que haya que rechazar una teoría a la que contradicen «hechos experimentales» bien establecidos.
Actividad complementaria 4
.
En
tono irónico afirma Thuillier sobre la ciencia:
“De
aquí el éxito de este panorama contrastado; mientras que el arte,
la religión y la filosofía recurren a la imaginación, a la
intuición, a creencias quiméricas y a especulaciones incontroladas,
la Ciencia nos revela la Realidad tal como es. Este balance
epistemológico, diremos de paso,significa concretamente esto: los
expertos científicos merecen crédito. Saben mucho, y lo saben
bien... Debemos, pues,
confiar en ellos y, llegado el caso, someternos a sus decisiones”
¿Qué
opinan de tales afirmaciones? Fundamente.
lunes, 12 de septiembre de 2016
Actividad complementaria 3
1- Analiza una definición de ciencia que encuentres en los libros de Filosofía o en este blog. (Recuerda explicar las palabras que aparecen e interpretes cada idea que te parezca importante)
2-Investiga qué es la Epistemología y su relación con la Gnoseología. Describir lo que estudia y analizarlo.
2-Investiga qué es la Epistemología y su relación con la Gnoseología. Describir lo que estudia y analizarlo.
Visión critica de la ciencia: Foucault
El
autor francés Faulcault (1966 )piensa que la episteme aparece como
el marco de saber acorde a la determinada "verdad" impuesta
desde un poder en
cada época
Para
ello, Foucault introduce la noción de episteme , que es un
a priori histórico en este sentido similar a los códigos
fundamentales de una cultura: "la episteme ...es el conjunto de
relaciones que, en un momento dado, se puede descubrir entre las
ciencias cuando se analizan las regularidades en el nivel discursivo
". (De su libro : Las palabras y las cosas)
En las ciencias humanas: ¿cómo se conoce?
Las meninas - Diego Velázquez
lunes, 5 de septiembre de 2016
Dos pensamientos acerca de la ciencia: tradicional y crítico
LA
CIENCIA
Su
método y su filosofía
MARIO
BUNGE- filósofo argentino
1.
Introducción
Mientras
los animales inferiores sólo están en el mundo,
el hombre trata de entenderlo; y
el hombre trata de entenderlo; y
sobre
la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible,
del mundo, el hombre intenta
del mundo, el hombre intenta
enseñorarse
de él para hacerlo más confortable.
En este proceso, construye un mundo artificial:
ese creciente cuerpo de ideas llamado “ciencia”,
que puede caracterizarse como conocimiento racional,
sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible.
Por medio de la investigación científica, el hombre
ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo
que es cada vez más amplia, profunda y exacta
En este proceso, construye un mundo artificial:
ese creciente cuerpo de ideas llamado “ciencia”,
que puede caracterizarse como conocimiento racional,
sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible.
Por medio de la investigación científica, el hombre
ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo
que es cada vez más amplia, profunda y exacta
2.
Ciencia formal y ciencia fáctica
No
toda la investigación científica procura el conocimiento objetivo.
Así, la lógica y la
matemática
—esto es, los diversos sistemas de lógica formal y los diferentes
capítulos de
la
matemática pura— son racionales, sistemáticos y verificables,
pero no son objetivos; no
nos
dan informaciones acerca de la realidad: simplemente, no se ocupan de
los hechos.
La
lógica y la matemática tratan de entes ideales; estos entes, tanto
los abstractos como
los
interpretados, sólo existen en la mente humana. A los lógicos y
matemáticos no se les
da
objetos de estudio: ellos construyen sus propios objetos. Es verdad
que a menudo lo
hacen
por abstracción de objetos reales (naturales y sociales); más aún,
el trabajo del
lógico
o del matemático satisface a menudo las necesidades del naturalista,
del sociólogo
o
del tecnólogo, y es por esto que la sociedad los tolera y, ahora,
hasta los estimula. Pero
la
materia prima que emplean los lógicos y los matemáticos no es
fáctica sino ideal.
– Un perfil crítico acerca de la labor científica –
Selección
de texto perteneciente a la obra “De
Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la invención
científica”,
de Pierre
Thuillier.
“Los
científicos, con paciencia y repetidos esfuerzos, acaban por
escribir y explicar cada vez mejor determinados fenómenos. Tal vez
no lleguen a la Verdad absoluta (lo que, por otra parte, pondría fin
a la investigación científica), pero resuelven, con mayor o menor
exactitud, un gran número de problemas. Con el transcurso del
tiempo, se establece una selección de teorías. Aunque este saber
sea siempre parcial y susceptible de modificarse o cuestionarse,
resultaría vano impugnar radical y globalmente la fecundidad del
trabajo de los investigadores. Cualesquiera que sean los fallos, e
incluso los errores, la institución científica tiene, por decirlo
así, un funcionamiento positivo y un rendimiento apreciable. No se
trata, por consiguiente, de negar los méritos y los logros de «la
ciencia» y sus servidores, sino de adoptar cierta actitud crítica
ante la imagen que con frecuencia se ofrece. A pesar de los trabajos
notables realizados por gran número de historiadores de la ciencia,
siempre están en boga numerosos «mitos». Mitos que presentan el
«Método Experimental» como el único que garantiza casi
automáticamente el valor de los resultados obtenidos o, peor aún,
que hacen creer en la inmaculada concepción de las teorías, como si
los auténticos hombres de ciencia no tuviesen (y no debiesen tener)
creencias filosóficas, prejuicios, pasiones, fantasmas, etc. Sobre
todas estas cuestiones, que atañen «la imagen de la ciencia», es
posible la polémica.
La
objetividad, repetimos, constituye un ideal. ¿Quién no sueña con
una ciencia perfecta que muestre la naturaleza tal como es? Pero
estamos lejos de alcanzarlo. En concreto, el investigador se ve
obligado a correr riesgos, a apoyarse sobre determinada concepción
de la naturaleza, a postular relaciones que tal vez sean
inexistentes, a formular conjeturas audaces e incluso temerarias, a
«manipular» los hechos de forma a veces demasiado hábil. La índole
de vulgata epistemológica que oculta más o menos deliberadamente
estos aspectos de la realidad científica está orientada a ofrecer
de ésta una imagen halagadora y, por decirlo así, aseptizada: el
Sabio es un espíritu puro, frío, neutro y objetivo que se mueve en
un vacío cultural e ideológico perfecto.(…)
Siempre
se acaba llegando a la misma conclusión: el hombre de ciencia se
comporta como si no tuviese un "perfil psicológico"
singular; como si no tuviese una afectividad, pasiones, cultura,
convicciones personales heredadas de su ambiente, y su educación;
como si no tuviese historia ni, por supuesto, inconsciente.” [1]
[1] Thuillier,
Pierre; “De
Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la invención
científica”; Alianza
Editorial; Madrid - España, 1990; p. 17-18 y 21.
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