domingo, 27 de septiembre de 2015

Diferencia entre persuadir y convencer

Carlos Pereda: “Vértigos Argumentales. Una ética de la disputa”, Ed. Anthropos, Barcelona, 1994.

Desde los tiempos remotos se mantuvo esta división entre dos mecanismos que se desencadenan a partir del ejercicio del lenguaje. (…)
Si se revisan algunas especificaciones de las supuestas funciones de convencer y persuadir se pueden aclarar algunos puntos. “Convencer”, por ejemplo, es un verbo con tres participantes: alguien convence a otro de algo. Pero ese otro: ¿quién es? Puede tratarse del interlocutor, de una audiencia presente o de una audiencia incierta (futura, remota o imaginaria), o de ninguna audiencia (cuando se buscan razones internas para decidir acerca de algo). Un político, por ejemplo, se enfrenta con un opositor, no para convencerlo, sino para convencer a los votantes o a los que escuchan el debate. Cualquiera en una situación cotidiana emplea los mismos mecanismos para convencer a otro. Un hijo que argumenta frente a su padre acerca de la conveniencia de volver a su casa a una hora determinada, ante la negativa busca argumentos que permitan modificar la postura paterna. (…)

El carácter pasivo del paciente de la persuasión contrasta con el carácter activo del paciente de la convicción.
Puede afirmarse también que la convicción implica un proceso activo, racional y reflexivo, por parte del participante paciente, mientras que la persuasión implica un proceso pasivo, irracional e irreflexivo, por parte del participante paciente. (…)
Las persuasiones tienen que ver con las emociones.
La propuesta de la convicción, en cambio, apela a la razón, hace un llamado a la revisión crítica, explícita, tanto del argumento o los argumentos a favor, como de los argumentos en contra de la propuesta o tesis.





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